viernes, 8 de octubre de 2010

Semblanza del Dr. Adrian Cáceres Olazo

HOMENAJE RENDIDO EN SUS BODAS DE ORO PROFESIONALES





Por: ENRIQUE CUENTAS ORMACHEA




Machado de Assís decía: “La reverencia a sus hombres, es la virtud de las ciudades”. Puno, está tratando de demostrar que tiene esa virtud, al rendir este homenaje a una de sus figuras destacadas. No tiene pues este acto el solo objeto formal, de reconocer el merito a quien ha obtenido un titulo profesional hace medio siglo, sino el relievar una labor fecunda iniciada desde esa fecha y, aún antes de ella. Se trata de exaltar la calidad de un hombre que se prodigó hacia su pueblo en preocupaciones y afectos. Es así como Cáceres Olazo, cuyo talento lo hizo destacar en nuestro añorado Colegio Nacional San Carlos, crisol de puneñismo selecto, como uno de los mejores alumnos, supo conservar ese prestigio en la primera Universidad de América, la de San Marcos, en la que obtuvo contentas en Letras y Ciencias Políticas, premios que se otorgan, únicamente a los estudiantes que hubieran destacado nítidamente por sus dotes de estudio e inteligencia. Fueron esas mismas cualidades, las que determinaron que, aún antes de obtener el titulo de Abogado, El Dr. Adrian Cáceres Olazo, fuera llamado por el entonces Presidente de la República don Guillermo Billingurst para ocupar la secretaria de la presidencia. Interviniendo, en consecuencia en una página relievante de nuestro proceso político. Fue así que para arreglar un conflicto suscitado en Puno, el Presidente Billingurst, encomendó al flamante abogado, la solución del mismo, con cuyo objeto, se constituyo en esa ciudad, de la que ya no iba a ausentarse, por cuanto al golpe de estado del General Benavides puso fin a aquel gobierno y Cáceres Olazo, poniendo en manifiesto su lealtad y su dignidad renunció al cargo encomendado y comenzó a trabajar como abogado. Así ingresa a la actividad que dentro de sus múltiples matices de esta vida fecunda es el que destaca más nítidamente.

En efecto, su vocación jurídica, se puso de manifiesto desde que vencida la primera resistencia para seguir estudios de Medicina, fue empapándose del proceso de formación de la ley y comprendió que la abogacía, es una de las pocas tareas de tan honda raíz humana y, a la vez de tan amplia proyección social. Al lado de Juan Bautista de Lavalle, uno de los juristas mas destacados en el panorama internacional, ex – presidente de la Organización de los Estados Americanos y junto con Paz Soldán, Aparicio Gómez Sánchez y esa pléyada de jóvenes novecentistas , que han marcado un hito en el panorama político del país. Cáceres Olazo fue recordado siempre por su talento. Había traducido junto con el primero citado, la obra medular del tratadista Icilio Vanni. “Lecciones de Filosofía del Derecho”. Fue la mejor traducción. Quiere decir que quienes intervinieron en ella, no solo dominaban el italiano, lengua en que originalmente estuvo escrita la obra, sino que llegaron a compenetrarse certeramente del pensamiento del gran filósofo italiano. Recuerdo todavía cuando con orgullo escuche de labios de uno de los más destacados abogados y maestros arequipeños, el Dr. Francisco Gómez de la Torres a la sazón Rector y catedrático del curso de filosofía del derecho de la Universidad de San Agustín, que recomendaba la referida obra como fundamental para la consulta en el curso de la materia, destacando, justamente que tenia que preferirse la traducción hecha por Lavalle y Cáceres Olazo, cuyas figuras destacó brevemente, a otra cuyo traductor era un jurista argentino.
Fue así como Cáceres Olazo, había mostrado que estaba debidamente compenetrado de su profesión. Se dió cuenta que el abogado (del latín advocatus: llamaré), es quien siente el llamado, la vocación por un tipo de vida que es el Derecho, cuya esencia no se agota en la letra de los textos legales, ni en el formalismo lógico de las normas o en la espontaneidad de la conducta intersubjetiva sino que a manera de cauce, guía los actos del hombre hacia el bien común, dentro de un orden social justo. Supo que el Derecho pertenece al mundo de la cultura y el valor que lo orienta es la justicia. Comprendió que el Derecho, no es mera idea, ni simple objeto de conocimiento sino un orden real de vida, que surge al manifestarse el hombre en sociedad. Competrado el Dr. Adrian Cáceres Olazo, de la función real del abogado, vió la necesidad de poner en practica este principio, porque constató que en países de incipiente cultura, como el nuestro, donde a diario hay que encararse contra la injusticia y el atropello, no había papel mas elevado y noble que el de la búsqueda constante de la justicia y la defensa de este principio. Y fue así como quedo aquí para”desfacer entuertos” y enfrentarse con los malandrines de la política criolla y de la justicia amarañada. Como reconocimiento de su talento, se le asigno como fiscal de Azángaro, iniciándose así en la carrera judicial, en la que había de permanecer dieciséis años, desempeñando el cargo de Fiscal de la Corte Superior de Puno desde 1925, cargo en el que su inteligencia y probidad fueron puestas de manifiesto. En tal forma, nuestro homenajeado, había tocado todos los matices de la profesión, a la que dio lustre. Fue magistrado, jurista y defensor. Como magistrado se compenetró de la misión que toca a quienes incumbre en forma especial y genuina, la responsabilidad de un orden cosial justo. Como jurista dio a conocer los preceptos y la manera de aplicarlos, con la certeza que era ejemplar. Finalmente como abogado, defendió el derecho de quienes acuden a él, dentro de los causes de la ley y con un criterio honesto.


Pero Cáceres Olazo, no comprendió su misión de abogado reduciéndola a solo estos horizontes. Sabia que esta se extiende mas allá; que el abogado es un director espiritual de la juventud, es el mentor del pueblo y por eso mismo es quien debe orientar a éste. Se dió cuenta de que debía mantener viva la fe de su pueblo, fe que estaba perdiéndose por la intromisión de la política estaba mellando los valores fundamentales de la vida. De allí que al advenimiento de un nuevo régimen, no tuvo el menor reparó en dar a conocer su credo federalista, como el único que podría salvar a Puno de marasmo en que se debatía. El constato que el centralismo, había sido el peor enemigo en la evolución económica, social y política de los pueblos del Perú y particularmente, Puno había sufrido daño irreparable al ser constantemente postergado en sus necesidades y aspiraciones. El intento federalista, que al decir Emilio Romero: ”fue acto espontaneo de la evolución social de la meseta, seria la única, manera de que este pueblo encontrara su verdadero camino de redención”. Por eso nuestro homenajeado y un grupo de caballeros puneños, comenzaron su predica en tal sentido. Sensiblemente en círculos allegados al gobierno, se dio una torcida interpretación al pensamiento de estos hombres y se les condeno a ser fusilados, como separatistas. La intervención Providencial de alguien, que se dio cuenta del tremendo error evito la injusticia. Injusticia que hubiera elevado a esos hombres a la categoría de mártires. Fue el anticipo de otro acto injusto que mello la dignidad de este hombre al obligarle a dejar la carrera de magistratura. Pero, el manifestó muchas veces, que sentía agradecimiento a Dios porque a través de ese hecho que hirió hondamente su vanidad, supo descubrir otras facetas de la vida hacia las que volcó las excelencias de su espíritu ya transformado. Y es así como se prodigo en su servicio a esta su querida tierra, dando su valiosa contribución a diversas instituciones como el Club de Regatas, fundado por el, el Club de Leones, la Federación de Periodistas, el Instituto Liberador Ramón Castilla, El Comité Pro - reapertura de la Universidad de Puno, etc. Su talento siguió iluminando los senderos de la oscuridad, su espíritu cristiano supo del dolor del prójimo y constituyo ejemplo digno de imitarse: su cariño a los suyos, hizo de él un padre de familia ejemplar.

Es así como la celebración de este acontecimiento ha servido para posar la mirada en el pasado de este hombre. Puede estar orgulloso de haber llevado una vida bien vivida. Ideólogo y crítico fue mentor de la nueva organización política que advino con Billinghurst. Federalista de cepa, persiguió a través de esta forma de gobierno un ideal de mejoramiento sin inquina, sin trastienda vigorosamente impulsado y noblemente dirigido. Su talento al desenvolverse como abogado, lo coloco en sitio respetable en el foro nacional. A través de sus defensas demostró su honestidad ejemplar. Si atacó lo hizo sinceramente, sin resentimiento alguno y sin rencor malsano. Si alabó lo hizo convencido de la calidad del personaje.

Naturalmente tan vasta actividad determino una actitud polémica casi frecuente. Por eso concitó muchas resistencias y, surgieron sus enemigos en mayor número que sus amigos. Pero aquellos no supieron comprender el profundo significado de su actitud y su obra.

Ahora tratamos de salvar esa injusticia. Analizando someramente su vida y sus obra, podemos encontrar como nota sobre saliente, su inquietud desinteresada puesta al servicio de su pueblo, al que siempre amo tan entrañablemente y cuyo mejoramiento social y político persiguió con tenacidad y, laboriosidad extraordinaria que llego al limite de sacrificio personal en su profundo afán constructivo. Fue y es así, que pese a los defectos que como humanos los tuvo y los tiene, posee virtudes que lo hacen sobresalir como uno de los hombres ejemplares de Puno.

Los tiempos que vienen exigiendo de la labor de todos los puneños, empeño, en la labor constructiva para lograr una comunidad organizada, en las altas virtudes espirituales - logradas por la Libertad y la Justicia – vayan a la par que la prosperidad material que descarta la miseria, la enfermedad y el analfabetismo, necesitan de hombres que siguiendo el ejemplo de Adrian Cáceres Olazo, prodiguen sus conocimientos y sus esfuerzos a ese fin. Solo, así podemos hacer de esa tierra lo que todos los puneños anhelamos que sea.

Dr. Cáceres Olazo: acaso estas frases de exaltación y de justicia, os parezcan exageradas. No lo son. Trasuntan únicamente la expresión de quien ha tratado de dar su valor intrínseco a una vida y a su obra que destacan en el panorama de este departamento y transcienden fuera de sus fronteras. De lo mucho que valéis como profesional, como católico ejemplar y como perfecto caballero, en todas y cada uno de los actos de vuestra vida y de la forma sincera y ponderada como habéis sabido conquistar el titulo de amigo, viene la admiración que por vos sentimos, el afecto que os profesamos y la ponderación justa que hacemos de vuestros meritos. Nuestro anhelo intimo es, que el llegar a este hito importante de vuestra vida, sigáis siempre por el camino trazado para felicidad de los vuestros, orgullo de los amigos y ejemplo de las nuevas generaciones.

NOTA – El presente discurso, fue leído por su autor en el homenaje que el colegio de abogados de Puno, rindió al Dr. Adrian Cáceres Olazo, con motivo de sus Bodas de Oro Profesionales, en octubre de 1963

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