Por: J. D. Málaga
Cáceres Olazo nació en Arequipa el 26 de agosto de 1888. Es hijo del Dr. Andrés Miguel Cáceres, recordado hombre público puneño y de la señora Flora Olazo de Cáceres, limeña. Fue traído de pocos años a Puno, donde ha pasado toda su vida. Cursó la instrucción primaria en la escuela de Don José María Miranda y, después por Don Remigio Franco; la Instrucción Media la cursó en el colegio Nacional de San Carlos bajo la dirección del eminente maestro el Dr. Alberto Gadea obteniendo al terminar el premio mayor de aprovechamiento que se otorga al alumno que más se había distinguido en todos los años. En la universidad del Padre San Agustín de Arequipa hizo sus estudios de Letras y Ciencias Naturales, con las más altas notas. Se matriculó después en la facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos, pues pensó seguir esa carrera. Pero las tristezas del Hospital, le hicieron desistir y matricularse en Jurisprudencia. Donde desde el año 1906 a 1910 cursó las facultades de Jurisprudencia y Ciencias Políticas y concluyó los estudios de Letras. Mereció la contenta de Bachiller y Doctor en Ciencias políticas y administrativas y la de Doctor en Letras y en Jurisprudencia, obtuvo también galardones como alumno aplicado y descollante. Se graduó en la misma Universidad Mayor de San Marcos de Bachiller y de Doctor en Jurisprudencia en noviembre de 1913 con la tésis sobre “Concepto de Justicia”, que ser insertada en la Revista Universitaria. Con el Doctorado de Jurisprudencia rindió también exámenes y prestó juramento para ejercer la abogacía.
Egresado de la universidad, tomó parte en la campaña cívica que en 1912 llevó al poder al inolvidable patricio Dn. Guillermo Billinghurt, dirigiendo con el eminente poeta y literario don Abraham Valdelomar, el Club Universitario de Lima. Fue secretario del presidente Billinghurst, quién lo mandó en enero de 1914 a Puno a estudiar la cuestión indígena agudizada por graves sucesos realizados en Samán, Caminaca y Achaya, atribuidos al Mayor Teodomiro Gutiérrez. Pero derrocado el régimen, el 4 de febrero de ese año, el Dr. Cáceres devolvió con toda honradez los emolumentos ya percibidos y se desligó de los compromisos de informar en esa comisión, sobre los referidos sucesos.
Ejerció su profesión en Puno, desde 1914 a 1920, año en que fue designado Agente Fiscal de Azángaro, cargo que desempeño desde el 2 de agosto de 1920 hasta el 17 de Marzo de 1922. Fue Juez de Primera Instancia Titular de Puno, desde el 18 de marzo de 1922 hasta el 25 de abril de 1925, en que asumió la Fiscalía Titular de la Corte Superior de Justicia de Puno y de Madre de Dios, que sirvió abnegadamente hasta el 27 de noviembre de 1940, en que volvió a ejercer su profesión de Abogado.
Ha sido Secretario del Colegio de Abogados el año de 1916. Habiendo entonces intervenido en la redacción de los Estatutos que, hasta ahora, rigen. Ha sido Decano y Miembro de la Junta Directiva varias veces.Como Delegado de las provincias de Lampa y Chucuito sucesivamente perteneció a la Honorable Junta Departamental de Puno desde 1915 a 1920. Habiendo desempeñado la presidencia de esa memorable Institución descentralizadora, los años 1918 y 1919.
En el año 1926 fue designado por el Supremo Gobierno, miembro de la Comisión Jurídica en el Plebiscito de Tacna y Arica, a donde concurrió y estuvo destinado a asesorar al miembro peruano en segunda Mesa de inscripción y votación de la como se sabe, desgraciada Delegación del Morro. Correctamente el Plebiscito no llego a realizarse, no obstante los esfuerzos del Perú.
En año 1907 se enroló en el batallón universitario, concurriendo a la instrucción intensiva que se dio a los movilizables de ese tiempo, participaron en históricas maniobras, de donde salió con grado de Sargento de Infantería. En la época del último conflicto con Colombia, en una manifestación pública ante la prefectura de Puno, pidió el rápido enrollamiento junto con otros distinguidos miembros de magistratura, habiéndosele contestado que se tendría oportunamente en cuenta su petición.
Ha sido Director de los diarios “El Eco de Puno” y ‘El Siglo” de Puno y “El Faro”.
Ha colaborado en diversos Diarios y Revistas de la República. Siendo universitario Tradujo del italiano “Las lecciones de Filosofía del derecho” del profesor Icilio Vanni, que ha servido de curso en todas las Facultades de Jurisprudencia de Latino América. Este trabajo se hizo en unión de su condiscípulo Juan Bautista de Lavalle, cuyo renombre actual excede todas las fronteras, pues como representante del Perú, ha llegado a ser Presidente de la unión Pan Americana y es actualmente Embajador del Perú ante la Organización de las Naciones Unidas. Además del castellano domina el italiano, castellano domina el inglés, francés y el portugués.
El Dr. Cáceres Olazo fue autor de la iniciativa que dió origen a la Primera Exposición Agrícola, ganadera y Manufacturera que se realizó en Puno en 1919. Esta exposición mostró la grandeza económica de Puno
En 1917, fue iniciador de un concurso Literario Departamental en el que obtuvo óptimos frutos.
Ha sido presidente fundador de la Asociación de los Padres de Familia de la G. U. E. “San Carlos “donde ha sido reelegido varias veces. Presidente fundador de la Asociación Agropecuaria Departamental de Puno y actual Presidente Honorario. Fue representando a dicha Asociación como Delegado a la primera Convención de Asociaciones Agropecuarias del Sur del Perú realizada en Cuzco. Luego en la Segunda Convención realizada en esta ciudad Lacustre, aportó su comisión brillante ponencias, como la creación de las Cajas Rurales, mereciendo dichas ponencias la aprobación y un voto de aplauso. Del 14 al 18 de Marzo de 1962 asistió a la Convención Nacional de Asociaciones de Agricultura realizada en Lima, donde las ponencias presentadas por la delegación Puneña, merecieron también la aprobación y voto de aplausos.
Ha pertenecido a diferentes Instituciones a diferentes Instituciones, ha sido Presidente fundador del Club Puno; Presidente fundador del Club de Tiro al Blanco de Puno, fundador y Presidente del Club de Regatas de Puno. Presidente del Club de Tiro al Blanco de Azángaro en 1921; Delegado del Touring y Automóvil Club en Puno y Socio del Rotary Club. Actualmente es socio del Club de Leones, donde sigue laborando por el bienestar de esta tierra.
El 30 de noviembre de este año el Dr. Adrian Cáceres Olazo, cumple sus Bodas de Oro, profesionales, cuyas páginas históricas llevan brillo y prestigian la carrera forense de Puno.
Del Diario "El Tiempo" el 4 de noviembre de 1963
sábado, 30 de agosto de 2008
El encuentro
Los nombres han sido cambiados.
Era muy pequeña cuando empecé ha darme cuenta pero siempre que entraba en un establecimiento público en la que el abogado Don Vicente M. estaba allí presente, yo tenia que escuchar una gran cantidad de improperios dirigidos a mi padre, a mi familia y su conversación siempre incluía
— Ese sinvergüenza no merece el respeto que se le da...
Yo salía con el corazón compungido, con un nudo en la garganta, corría a la casa reteniendo un torrente de lágrimas que dejaba correr libremente una vez que estaba dentro de sus paredes.
Las veces que mi padre me encontró llorando y después de enterarse de la causa. Ponía una rodilla en el suelo para poderme mirar a los ojos y con seriedad me preguntaba si yo lo conocía de verdad.
— claro que te conozco.
Yo tenia que reconocer que él no tenia secretos para nosotros, que su vida estaba dedicada a nosotros sus hijos, a Puno y al Perú, eso me estaba tan claro como la luz del sol.
— Entonces ¿Por qué lloras?, ¿Cambio en algo la realidad que dices conocer?, ¿Me quitaron un pedazo de mi cuerpo? Sus ojos adquirían un chispazo juguetón. Se paraba y comenzaba a bailar dando vueltas a mí alrededor para mostrarme que estaba igualito y enterito.
Miraba su porte elegante y distinguido. Todo un caballero maduro y respetable jugando conmigo una niña de corta edad. No podía evitar las ganas de sonreír y pensar en lo tonto que era dar importancia a las calumnias y maleficencias.
En una ocasión mi padre y yo caminábamos por la calle Deustua cuando nos cruzamos con el Don Vicente M. ya no se limito a los insultos, si no que tomó una piedra y la tiró en dirección de mi padre. Esquivando la piedra, mi padre me apretó la mano y con la otra se levantó el sombrero. Haciendo una venia saludo a Don Vicente:
— Buenas tardes, Don Vicente, las palabras no lastiman, las piedras si, me veré obligado a pedir garantías.
- no digas nada y sigue caminando como si no paso nada, me susurro al oído.
Le obedecí y cumplimos las diligencias que teníamos planeadas sin comentar sobre el incidente. Al llegar a la casa me llevó a su despacho. Nos sentamos en el sillón de su oficina.
— Maruja, lo que vistes no debes de repetir a nadie.
— Pero, ese señor quiso lastimarte.
— Iré a pedir garantías para que deje de tirarme piedras, pero no quiero que tú y tus hermanos lo vean con malos ojos. El esta equivocado y hay que ayudarlo a recapacitar.
Vicente Melgoza Diez, era el presidente de un partido contrario al de mi padre y era esta ideología la que lo impulsaba a la animosidad con mi padre. Le prometí no contar a nadie este incidente.
Unos años después se presentó una apertura para vocal de la corte de Puno y la candidatos presentaron sus ternas. Mi padre desempeñaba el puesto de Decano del colegio de abogados y como tal debía de presentar un candidato para llenar dicha posición. El comentó con nosotros que después de revisar los expedientes de los posibles candidatos el más completo y destacado era el de Don Vicente M. por lo que en su posición de decano lo había presentado en ternas para ocupar esta plaza y así la vida de los dos se cruzaron en varias oportunidades y Driano Cáceres nunca dejó que lo personal determinara su opinión profesional.
Pasaron los años y llegó el 50 aniversario de graduación de doctor en Jurisprudencia de mi padre. El día que la familia iba a celebrar la fiesta se vio enlutada por el asesinato del joven presidente John Kennedy, que era admirado por mi padre, y en esa ocasión expreso que lo consideraba como el único presidente Norte Americano que había respetado a los países latino Americanos y considero ese día de duelo nacional. Canceló la fiesta e izó la bandera peruana a media asta.
Pero la celebración de sus cincuenta años de la graduación de San Marcos no paso por desapercibida en la ciudad de Puno que reconoció la labor de su hijo abnegado y varias instituciones organizaron ceremonias honrándolo.
El Colegio de Abogados de la que Driano era el decano también le organizo una en su local. Mi padre y yo, que ahora era una muchacha de 12 años, nos encaminamos hacia el colegio de abogados y estábamos otra vez en la calle Deustua cuando vi a Don Vicente M. Afligida tome su brazo y le dije:
_Padre allí viene alguien que no te quiere. Iré delante. Mi padre sonrió
_ No te preocupes, no pasara nada.
Don Vicente se acercó y para mi asombro lo saludo con mucho respeto, caminaron un trecho y llegamos a un enorme charco de agua que ocupaba toda la calle. Para mi mayor sorpresa, Don Vicente se quitó el saco y trato de tirarlo sobre el charco, mi padre trató de evitarlo.
- Dr. Driano Cáceres, escoja, yo no deseo que se moje usted los pies. Escoja, pisa mi saco o lo cargo. No, no voy a dejar que se manche con lodo. Mirándome a mí me dijo, Uds. sus hijos no saben apreciar quien es su padre.
Mi padre con una sonrisa, recogió el saco,
_ Don Vicente Ud. siempre excediéndose y por primera vez lo vi ruborizarse.
Desde entonces ya no temía la lluvia de improperios pero igual evitaba encontrarme con don Vicente, que siempre que nos encontramos me detenía para contarme con lujo de detalles algunos de los muchos encuentros que había tenido con mi padre.
Maria Fischinger
Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad.
Era muy pequeña cuando empecé ha darme cuenta pero siempre que entraba en un establecimiento público en la que el abogado Don Vicente M. estaba allí presente, yo tenia que escuchar una gran cantidad de improperios dirigidos a mi padre, a mi familia y su conversación siempre incluía
— Ese sinvergüenza no merece el respeto que se le da...
Yo salía con el corazón compungido, con un nudo en la garganta, corría a la casa reteniendo un torrente de lágrimas que dejaba correr libremente una vez que estaba dentro de sus paredes.
Las veces que mi padre me encontró llorando y después de enterarse de la causa. Ponía una rodilla en el suelo para poderme mirar a los ojos y con seriedad me preguntaba si yo lo conocía de verdad.
— claro que te conozco.
Yo tenia que reconocer que él no tenia secretos para nosotros, que su vida estaba dedicada a nosotros sus hijos, a Puno y al Perú, eso me estaba tan claro como la luz del sol.
— Entonces ¿Por qué lloras?, ¿Cambio en algo la realidad que dices conocer?, ¿Me quitaron un pedazo de mi cuerpo? Sus ojos adquirían un chispazo juguetón. Se paraba y comenzaba a bailar dando vueltas a mí alrededor para mostrarme que estaba igualito y enterito.
Miraba su porte elegante y distinguido. Todo un caballero maduro y respetable jugando conmigo una niña de corta edad. No podía evitar las ganas de sonreír y pensar en lo tonto que era dar importancia a las calumnias y maleficencias.
En una ocasión mi padre y yo caminábamos por la calle Deustua cuando nos cruzamos con el Don Vicente M. ya no se limito a los insultos, si no que tomó una piedra y la tiró en dirección de mi padre. Esquivando la piedra, mi padre me apretó la mano y con la otra se levantó el sombrero. Haciendo una venia saludo a Don Vicente:
— Buenas tardes, Don Vicente, las palabras no lastiman, las piedras si, me veré obligado a pedir garantías.
- no digas nada y sigue caminando como si no paso nada, me susurro al oído.
Le obedecí y cumplimos las diligencias que teníamos planeadas sin comentar sobre el incidente. Al llegar a la casa me llevó a su despacho. Nos sentamos en el sillón de su oficina.
— Maruja, lo que vistes no debes de repetir a nadie.
— Pero, ese señor quiso lastimarte.
— Iré a pedir garantías para que deje de tirarme piedras, pero no quiero que tú y tus hermanos lo vean con malos ojos. El esta equivocado y hay que ayudarlo a recapacitar.
Vicente Melgoza Diez, era el presidente de un partido contrario al de mi padre y era esta ideología la que lo impulsaba a la animosidad con mi padre. Le prometí no contar a nadie este incidente.
Unos años después se presentó una apertura para vocal de la corte de Puno y la candidatos presentaron sus ternas. Mi padre desempeñaba el puesto de Decano del colegio de abogados y como tal debía de presentar un candidato para llenar dicha posición. El comentó con nosotros que después de revisar los expedientes de los posibles candidatos el más completo y destacado era el de Don Vicente M. por lo que en su posición de decano lo había presentado en ternas para ocupar esta plaza y así la vida de los dos se cruzaron en varias oportunidades y Driano Cáceres nunca dejó que lo personal determinara su opinión profesional.
Pasaron los años y llegó el 50 aniversario de graduación de doctor en Jurisprudencia de mi padre. El día que la familia iba a celebrar la fiesta se vio enlutada por el asesinato del joven presidente John Kennedy, que era admirado por mi padre, y en esa ocasión expreso que lo consideraba como el único presidente Norte Americano que había respetado a los países latino Americanos y considero ese día de duelo nacional. Canceló la fiesta e izó la bandera peruana a media asta.
Pero la celebración de sus cincuenta años de la graduación de San Marcos no paso por desapercibida en la ciudad de Puno que reconoció la labor de su hijo abnegado y varias instituciones organizaron ceremonias honrándolo.
El Colegio de Abogados de la que Driano era el decano también le organizo una en su local. Mi padre y yo, que ahora era una muchacha de 12 años, nos encaminamos hacia el colegio de abogados y estábamos otra vez en la calle Deustua cuando vi a Don Vicente M. Afligida tome su brazo y le dije:
_Padre allí viene alguien que no te quiere. Iré delante. Mi padre sonrió
_ No te preocupes, no pasara nada.
Don Vicente se acercó y para mi asombro lo saludo con mucho respeto, caminaron un trecho y llegamos a un enorme charco de agua que ocupaba toda la calle. Para mi mayor sorpresa, Don Vicente se quitó el saco y trato de tirarlo sobre el charco, mi padre trató de evitarlo.
- Dr. Driano Cáceres, escoja, yo no deseo que se moje usted los pies. Escoja, pisa mi saco o lo cargo. No, no voy a dejar que se manche con lodo. Mirándome a mí me dijo, Uds. sus hijos no saben apreciar quien es su padre.
Mi padre con una sonrisa, recogió el saco,
_ Don Vicente Ud. siempre excediéndose y por primera vez lo vi ruborizarse.
Desde entonces ya no temía la lluvia de improperios pero igual evitaba encontrarme con don Vicente, que siempre que nos encontramos me detenía para contarme con lujo de detalles algunos de los muchos encuentros que había tenido con mi padre.
Maria Fischinger
Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad.
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